Cuando comencé a jugar a videojuegos, allá por los años 90, los que más me gustaban eran las aventuras gráficas. Aquellas inolvidables partidas a títulos como , 7th Quest, Darkseed, Day of Tentacle, Full Throttle, Sam & Max, y como no al desternillante Monkey Island. Juegos en los que para avanzar en la narración de la historia, debes de resolver puzzles.
Como por aquel entonces no contaban con muchos medios, la forma de hacer un buen juego era a base de ingenio.
Ahora, sin embargo en los videojuegos actuales, muchas veces se centran en tener un apartado técnico impresionante, gastando montones de dinero con el fin de crear unos gráficos espectaculares pero olvidándose de la creatividad. A raíz de esto, nacieron los denominados juegos «Indie», este tipo de juegos se caracterizan por tener un bajo presupuesto, carencia que suplen con ingenio.
Un buen ejemplo de ello es sin duda Machinarium.